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Batman desciende (crítica)

Publicado: 2012-08-16

Christopher Nolan es un gran director y a estas alturas nadie podría dudar de la trilogía de Batman como la mayor de sus obras. Nolan fue de aquellos que vieron en Batman al más singular de los clásicos superhéroes, al más contradictorio y complejo, en suma, al más humano.

Y su trilogía ha sido, sin duda alguna, una historia llena de matices y relieves, una historia de largo aliento siempre alejada de aquella visión maniquea y chata que suele verse en las (malas) películas de acción. Hay que agradecer a Nolan el habernos hecho partícipes de un relato en el que el superhéroe no es infalible y que en algún caso puede incluso ser considerado un total perdedor.

Bastó recibir la primera entrega para comprender que no estábamos frente a la reinvención de Batman, mejorado o más elaborado que en sus anteriores y fallidas versiones, sino que al fin estábamos asistiendo a la presentación del verdadero Batman, el Batman que conservaba el espíritu con el que Bob Kane lo creó (no olvidemos que desde sus primeras apariciones en el comic el hombre murciélago ganó adeptos y simpatías  por ser el más real y cercano de los superhéroes, carente de poderes sobrenaturales gratuitos y cuyas únicas armas eran un elevado intelecto, su destreza física y una buena cantidad de dinero con la que podía conseguir ayuda del lado de la tecnología).

Además, Nolan nos recordó que detrás de Batman estaba Bruce Wayne, un hombre de buenas intenciones que fracasa y vuelve a fracasar y sólo a veces consigue lo que se propone, y aún así, sigue pareciendo un fracasado. Basta recordar el viaje iniciático que emprende el joven Bruce (nunca mejor dicho aquello de que hay que perderse para encontrarse) en busca de su verdadera esencia. Allí vive  infinidad de penurias, derrotas y caídas, físicas y espirituales, descubriendo que todo lo excesivo termina siendo perjudicial, incluso la bondad y la misericordia que le hacen perdonar a Ra's al Ghul, el enemigo de turno cuya singularidad radica también en no ser un villano como tal, sino casi un justiciero que intenta restablecer el equilibrio en las sociedades a punto de colapsar por la actividad humana corrosiva (como decía Carlos Ivan Degregori, qué difícil es ser Dios).

Y luego vino Heath Ledger con su fantástica interpretación del Guasón impregnando nuestras retinas con esa risa desgarbada y terrorífica , esa mente desquiciada pero a la vez tan lúcida que cuestionaba nuestro sentido de justicia, aquel personaje siniestro y excesivo (siempre el exceso como punto de quiebre dramático)  que seducía con la posibilidad del caos total (quizás una reminiscencia del dios Loki de la mitología escandinava) a todo aquel que, ilusamente, quisiera dar un orden o un sentido justo al mundo.

Batman, The dark knight, fue la cima, una cinta de tensión narrativa magistral, martillada por la acertadísima música de Hans Zimmer que magnificaba a un Joker incendiario, capaz de transformar a Harvey Dent en un inesperado villano sediento de venganza (queda claro que el Guasón era ante todo un agitador, un proselitista de la anarquía, el más peligroso de los villanos porque, como decía el propio Nolan en Inception: “Una sola idea en la mente de una persona es capaz de levantar ciudades enteras”). Entonces observábamos a Batman, el disminuido protagonista, huyendo de ese mundo injusto, caótico, lúgubre. Aquella no era una película épica sino una tragedia griega en donde, mientras corrían los créditos del fin de la cinta, todo mundo estaba convencido de que Nolan se había jodido porque se había puesto la valla bastante alta.

En "Batman, the dark knight rises", Nolan echa mano a todos los recursos que hicieron inolvidables a sus dos anteriores cintas y vuelve a apelar a la angustia existencial del protagonista; sin embargo ahora todo parece un tanto forzado y manido por repetitivo. En ciertos pasajes hay discusiones que pretenden ser profundas y sin embargo parecen un tanto disforzadas, uno no termina de creer, por ejemplo, esa intempestiva y gratuita pelea entre Bruce Wayne y Alfred, el hasta entonces sobrio mayordomo que ahora parece convertido en una ama de llaves gritona, destemplada y hasta lacrimosa.  Al emprender esta tercera entrega Nolan se encuentra con varios hilos narrativos por culminar en las entregas anteriores y varios otros que inevitablemente van surgiendo en el curso de la historia e incluso algunos que cobran vida propia para dar pie a una cuarta entrega (el recuerdo de Harvey Dent, la crisis familiar del comisionado Gordon, la presencia latente de Ra's al Ghul, la aparición de Gatúbela y alguno más que no podemos mencionar para que este artículo no sea considerado un “spoiler”) pero las casi tres horas de duración no son suficientes para atar todos los cabos y aunque Nolan es un maestro de la elipsis aquí también termina siendo excesivo este recurso y por momentos la película pierde en efectividad narrativa y la tensión se diluye en numerosas escenas ominosamente discursivas o explicativas. Este problema se agrava por una característica que es también sello particular de Nolan. Para él todo tiene una causalidad, todo tiene un origen, nada es gratuito. Y si bien esto es un punto a favor en las anteriores cintas, este afán por explicar el origen de cada suceso termina volviéndose un pulpo de más de ocho brazos que Nolan, aún con todas sus astucias, parece no terminar de controlar. Bane tampoco da la talla, aún cuando hace su mejor esfuerzo, el guión nunca se decide si mostrarlo como un villano “de ideas”, o si es sólo un gran monigote de fuerza descomunal, y en esa disyuntiva su derrota sucede de manera tan sencilla como poco dramática.

No hay en “Batma asciende” una historia única sino un argumento coral y difuso que juega en contra de la unidad del film al carecer de un sólido nudo que pueda darle coherencia al relato. Ante tanta complicación el director parece decantarse por la espectacularidad de las escenas que aún cuando no nos causan desagrado nos dejan, eso sí, un mal sabor de boca a quienes estábamos acostumbrados a admirar, por sobre todas las cosas, las deliciosas tramas que afiataban sus anteriores entregas.

Pero hay algo más todavía, algo que parece inédito en los Batman de Nolan: el “happy end”. En  “Batman asciende” Bruce Wayne renace convertido en un gigoló, un muchacho seductor que termina paseando su espléndida figura por elegantes cafés europeos, dándose la gran vida. "Batman asciende" es entonces una despedida grandilocuente y un tanto vacía comparada con las dos primeras versiones.

"Asciende" no tendrá, según palabras del propio Nolan, una cuarta versión bajo su mando y quizás por eso el propio Christopher ha decidido regresar a Batman a los cauces normales por los que se conducen las películas de superhéroes, el puro entretenimiento y a la diversión sencilla y chata, así lo encontró Nolan antes de emprender esta titánica tarea y hoy regresa a Batman a ese estado, para que algún otro director mediocre retome su cuarta entrega, y quizás, si los dioses se ponen de acuerdo, incluso para verlo integrando la nueva secuela de The Avengers (Dios nos coja confesados).

A pesar de todo, Nolan puede respirar tranquilo, “The dark knight rises” nos ha hecho emocionar por ratos y con eso es más que suficiente. Te perdonamos todo Christopher Nolan porque nos diste a un Joker imperecedero, un Joker tan enorme que ha opacado toda tu obra anterior, posterior, y quizás también la futura.

Bonus track:

Algunos suertudos pudieron ver cómo se filmaba batman, the dark knigth rises. Envidiémoslos:

y como cereza que corona el pastel, el derriere de Anne Hathaway

Servidos.


Escrito por

Perico de los Palotes

Amo la Literatura y la fotografía. Nací sin talento para ejercer alguno de estos oficios, también sufro de pánico escénico.


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