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Fotografía obtenida de http://donacochito.blogspot.com/2

Papas fritas

Publicado: 2013-05-17

Mi madre no es una buena cocinera. Hasta ahora desconoce la manera correcta de freír las papas, siempre le resultan crudas de un lado y quemadas del otro. Durante su larga vida, y debido a su poca pericia, mi madre ha estropeado más de una cocina. Rebalsar la avena hasta atorar hornillas y conductos ha sido habitual en ella. Otro de sus grandes defectos es su desorden; en su habitación es posible encontrar zapatos encima del velador, boletos de autobús tirados por el suelo, abalorios empolvados debajo de la cama, incluso hallar el control remoto de su televisor es una tarea que puede tomarle decenas de minutos. Mamá, a sus setenta y tantos años no sabe todavía barrer, tampoco ha aprendido aún a utilizar la lavadora.


Por eso mi madre no encajará jamás en el clásico arquetipo de la mujer abnegada que lava trastes, encera pisos y remienda pantalones. La imagen de mi madre es bastante diferente, ella repele las labores domésticas. Mamá ha preferido ocupar su tiempo congregando a sus hijos alrededor de la mesa familiar, lugar que preside y que ameniza con sus innumerables historias y chistes colorados. Por las tardes se entrega al placer de una corta siesta y luego se dedica a prolongadas lecturas de periódicos, revistas o libros de temática diversa. Desde que dejó de trabajar, hace ya varios años, concurre a un club departamental dedicado a planificar actividades benéficas que nunca se llevan a cabo. Cuando su economía se lo permite emprende viajes al interior del país o al extranjero.


Para educarme, mamá nunca necesitó de los grandes sermones, esos que son demasiado aburridos y falsos, Lo que yo recibí de su parte fue un sincero y desmedido cariño y su ejemplo vital. Fue mamá quien me inculcó el amor a la lectura, de ella aprendí que los avatares de la vida son más fáciles de enfrentar con serenidad y buen humor. Ella me enseñó que a veces es bueno dormir de madrugada y levantarse tarde, porque quebrantar la rutina es un humilde acto de rebeldía; de ella también aprendí que la salud no se recupera con los médicos sino con los viajes. Hay algo, además, que mamá me ha enseñado sin proponérselo: Que las madres no son superhéroes sino seres humanos capaces de cometer indecibles errores, pero que éstos mismos errores pueden, a veces, ser resarcidos de manera inesperada, como le sucede ahora cada mañana al levantarse muy temprano, como nunca antes lo había hecho, a preparar una buena porción de papas fritas con su toque especial (crudas de un lado y quemadas del otro) y luego ofrecérselas a mi padre que ha regresado después de varios años  (pues ya no puede valerse por sí mismo tras el intento de los médicos de extirparle, sin éxito, un tumor del cerebro). Una vez servido el platillo, mamá acompaña a mi padre a tomar desayuno y rompe el incómodo silencio contándole alguna historia divertida que los hace sonreír de rato en rato, como en los lejanos tiempos cuando se amaron.



Escrito por

Perico de los Palotes

Amo la Literatura y la fotografía. Nací sin talento para ejercer alguno de estos oficios, también sufro de pánico escénico.


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